Sevilla oculta: Monasterio de San Jerónimo

Hoy he visto cumplido uno de mis grandes sueños: acceder al claustro del Monasterio de San Jerónimo de Buenavista. Llevaba muchos años queriendo entrar y por fin ha sido posible gracias a las actividades culturales que han organizado el profesorado y la AMPA del Colegio Buenavista.

La historia de este impresionante conjunto renacentista se remonta a hace 599 años, cuando Fray Diego Martínez funda el monasterio, que en aquél momento dependía de los jerónimos de Guadalupe y estaba bajo la protección de la monarquía española. Será en enero de 1414 cuando se tome posesión de las tierras donde se asentará uno de los monasterios más poderosos de Sevilla. Para hacernos una idea de la importancia de este edificio, sólo hacen falta algunos datos, como que los Reyes Católicos se hospedaron en él hasta en ocho ocasiones, que también acogió a Carlos I, a Felipe II, a Felipe IV y a Felipe V; que entre sus muros se instaló la primera imprenta que hubo en Sevilla o que albergó obras de arte de Torrigiano, Valdés Leal y Juan de Espinal. El claustro es soberbio. No he encontrado al arquitecto que diseñó sus magníficas arquerías, dóricas en planta baja y jónicas en la superior, pero el parecido con el patio del Archivo de Indias, de Juan de Herrera, es sorprendente. Las bóvedas en planta baja están decoradas con querubines y personajes masculinos en la clave (posiblemente miembros de la Orden Jerónima) y en los diferentes extremos del claustro nos encontramos puertas monumentales que comunicarían con las desaparecidas dependencias del monasterio que fueron derruidas durante los siglos XIX y XIX: el refectorio, el claustro menor, la iglesia, la sacristía, los dormitorios… tanto patrimonio perdido. En uno de los lados del claustro nos encontramos una abertura que nos permite ver las nuevas dependencias del centro cívico del barrio. Si por fuera el nuevo edificio, adosado sin contemplaciones al monasterio, resulta anodino, el interior no mejora en absoluto. Salas diáfanas cuyas vigas se encastran en los centenarios muros de ladrillo. Unas heridas que difícilmente cicatrizarán. Es cuestión de gustos y opiniones, pero personalmente habría elegido otro tipo de arquitectura para este centro cívico, una arquitectura que dejara todo el protagonismo al edificio histórico, sin taparlo ni restarle protagonismo. La situación del monasterio es delicada sin llegar a ser crítica (si amenazara ruina, desde luego no podríamos haber estado hoy de paseo por sus dependencias). Cuesta entender que desde 1984, año en que el Ayuntamiento compró el edificio, no se haya recuperado íntegramente. Las obras son caras, sí, pero es que han pasado 29 años, con una mínima partida anual se podría haber recuperado en su totalidad. Por no hablar del expolio que ha sufrido en estas décadas. Visitar el edificio es una auténtica delicia. Debería establecerse un calendario de visitas, aunque fuera un fin de semana al mes, para que los ciudadanos pudieran conocerlo. Por ello, la labor del Colegio Buenavista y el Distrito Norte es digna de elogio. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que se pueda volver a visitar este maravilloso edificio? La historia e importancia del Monasterio de San Jerónimo justifican su recuperación y puesta en valor. No se trata de un edificio cualquiera, sino de una parte fundamental de la evolución de la ciudad. Esta situación no puede persistir por más tiempo, el Ayuntamiento debe concluir las obras del centro cívico y empezar la restauración del claustro antes de que se venga abajo. El año que viene el Monasterio cumple 600 años (que se dice pronto), ¿qué mejor manera de celebrar la efemérides que con su rehabilitación?

 Para conocer más información sobre el Monasterio de San Jerónimo os recomiendo el Blog que lleva su nombre y el de Colonia Iulia Romula Hispalis, donde también se habla del edificio y su historia.

La visita al barrio de San Jerónimo ha dado para mucho más. En próximos días se colgarán nuevos reportajes sobre el patrimonio, tan desconocido, que atesora el barrio y que muestra un estado de lo más lamentable. Fuente: Cultura de Sevilla