LOS COLORES DE SEVILLA

LOS COLORES DE SEVILLA

Sevilla fue una ciudad con mucho color en el pasado

Sevilla se percibe sobre todo para el visitante que proviene de ciudades al Norte de España o de Europa como una ciudad con mucha luz. Ese es un regalo que tiene Sevilla gracias a su emplazamiento geográfico, la latitud, y su clima. La luz es de una calidad muy intensa y limpia que hace que los colores se perciban igualmente con mucha fuerza. El sevillano está habituado a percibir los colores con esa intensidad, algo que no pasa en la ciudad de Cádiz, cuya atmosfera está llena con vapor de agua que hace que los colores se vean menos vivos.

Todos los colores tanto del cielo, la vegetación, la piedra, el ladrillo, el albero y la cerámica son observables con mucha intensidad.

La cal que es uno de los colores más utilizados en Andalucía, además de ser un blanco con mucha fuerza, tiene muchas otras utilidades. A partir del siglo XIX, se generalizó este color por motivos antisépticos. La proliferación de enfermedades y de epidemias contagiosas, obligó a las autoridades a utilizar cada vez con mayor generalidad el poder de la cal y a blanquearse todos los edificios. Esta es una utilidad muy importante, su poder desinfectante. Igualmente, la cal ejerce un control térmico, que permite que las paredes transpiren. Es muy pigmentable, convertible en otro color fácilmente, duradera, barata, evita la polución y los dañinos CO2.

En época estival, en Sevilla una vivienda cuya fachada y terraza estén encaladas puede fácilmente reducir el interior de la vivienda de 6 a 7 grados de temperatura. Esta es una de las utilidades más importante hoy en día para muchos ciudadanos en Sevilla.

Otro color popular en Sevilla es su color icono, el albero que además de verse en ciertos edificios, también está en parques y aceras. Esta tierra es una caliza margosa con un mineral, la goethita que es el que le proporciona ese amarillo tan luminoso. Este color se utilizaba para colorear la cal y con ello se pintaba las fachadas de los edificios. Es el llamado calamocha.

El blanco cal, el calamocha, colores históricos e iconos de Sevilla que  tienen por lo tanto mucha fuerza que hace que la luz se refleje y se proyecte con intensidad. Por el contrario, los colores sintéticos y acrílicos no tienen esa vida ni esa fuerza. No proyectan la luz de la misma manera.

La cal proviene tradicionalmente de Morón cuyos hornos están hoy en día protegidos. Su entorno tiene una tierra de gran riqueza de carbonato cálzico.

Esto contrasta con esos colores naturales que Sevilla tenía en el pasado. La ciudad era un auténtica borrachera de colores; verdes, azules, calabazas, rojos, amarillos. En definitiva, toda la gama del arco iris.

La Giralda estaba pintada igualmente de rojo y blanco tanto para proteger los paramentos como para la ornamentación. Así también se hizo con edificios como el Ayuntamiento, la Catedral…etc..

La ciudad progresivamente ha dejado todos esos colores para adoptar predominantemente el blanco. Un factor importante fueron las epidemias y otro el cansancio que producía para la vista tanto color junto.

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